No sé cómo escapar de su mirada, de aquellos ojos verdes que me persiguen a toda hora. Su ausencia realmente besa muy mal, y daría lo que fuera porque volviera. Nada ha vuelto a ser igual desde su partida y mil planes quedaron suspendidos, flotando en el aire, en espera... muriéndose por volverse realidad. Ruego a Dios que no me olvide y que no deje de quererme ni de pensar en mí... porque yo no lo hago y no está en mis planes hacerlo.
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